Entrevista con
Israel Morillo
Maestro de almazara de Marqués de Valdueza
Marqués de Valdueza, situada a la afueras de Mérida, se ha convertido en las últimas campañas en un referente de a nueva olivicultura extremeña. Su maestro de almazara y responsable de calidad, Israel Morillo, nos desvela su forma de trabajar y también su retos de futuro.
La calidad de un buen AOVE siempre comienza en el campo ¿Qué tipo de olivar y variedades son de las que procede el aceite de Marqués de Valdueza?
Procede de un olivar intensivo con riego por goteo con las variedades de árbol Morisca, Hojiblanca, Picual y Arbequina. El olivar está situado cerca de Mérida en una finca propiedad del Marqués de Valdueza. El trabajo en el campo es de vital importancia. Hay que cuidar bien los árboles, hay que conseguir un fruto sano, hay que recolectarlo con el máximo cuidado y en el momento adecuado. Es una labor de jardinería que dura todo un año.
¿Cómo se ha presentado la campaña en cuanto a volumen y calidad del fruto?
La campaña ha sido muy complicada. El año desde el punto de vista climatológico ha sido muy duro. Mucho calor y extrema sequedad. Por suerte tenemos riego por goteo, pero el agua de lluvia es muy necesaria para el árbol y el adecuado desarrollo del fruto. Nosotros hemos tenido un poco menos de kilos de aceituna y de litros de aceite de oliva. Considero que hemos sido afortunados con lo que hemos conseguido. En las zonas donde ha habido algún fallo de los goteros, la aceituna estaba arrugada y ha sufrido mucho.
Marqués de Valdueza fue uno de los primeros AOVE Premium elaborados en Extremadura ¿Es un camino muy largo y complejo?
El trabajo en la almazara debe ser de absoluta precisión y con un objetivo muy claro: máxima calidad frente a cantidad de aceite de oliva. En los últimos 15 años hemos rediseñado la almazara 2 veces y estamos en constante renovación. Hay que estar permanentemente estudiando cómo evolucionan los sistemas de extracción e invirtiendo en nueva maquinaria.
El cometido más importante de un maestro de almazara es el de no estropear lo que la naturaleza ha hecho en el árbol y en la aceituna: el zumo de aceituna. Parece sencillo pero es una misión complicada. Empieza con la recolección sin dañar el fruto y en el momento óptimo. Continúa con la adecuada recepción del fruto en la almazara. Sigue con un proceso de extracción en frío -incluso enfriando la masa- y termina con un sistema de almacenamiento inerte, sin luz y sin oxígeno que haga que las cualidades del aceite perduren en el tiempo. Y nada puede fallar. Es una cadena de pequeños pasos y si rompes un eslabón, rompes la cadena y estropeas el producto
¿Qué te parece la recolección temprana que cada vez está más extendida?
Creo que cada almazara tiene que adaptarse a su zona, variedad y tipo de aceite de oliva que quiere conseguir. Nosotros este año hemos empezado a mediados de octubre ya que el año venía adelantado. Pero eso no quiere decir que estemos dentro de una carrera por presumir de ser los que antes recolectamos. Marqués de Valdueza busca ante todo ser una aceite de oliva virgen extra equilibrado. Buscamos un equilibrio entre nariz y boca. No nos gustan los aceites demasiado potentes en boca. Tienen que picar y amargar pero en su justa medida. Durante el mes anterior a la recolección, vamos haciendo algo de aceite de oliva en el laboratorio hasta que damos el pistoletazo de salida a la recolección.
¿Eres más partidario de los monovarietales o de los coupages?
Nosotros tenemos cuatro variedades de aceituna y somos grandes defensores del coupage. Nos ayuda mucho a encontrar el equilibrio y la constancia año tras año en el aceite de oliva virgen extra Marqués de Valdueza. Creo que aunamos en nuestra marca lo mejor de cada una de las variedades. Pero también es cierto que no es fácil hacer un buen coupage y además retrasa el momento en el que sacas al mercado la nueva cosecha. A veces tenemos la tentación de sacar los monovarietales a medida que los vamos molturando, pero año tras año, tras hacer el coupage, se confirma que el producto final es mejor.