Los precios en origen de las diferentes categorías de aceite de oliva a granel sufren nuevas depreciaciones durante los últimos días, toda vez que se generaliza la recogida y la molturación de las primeras producciones nuevas en las almazaras y las cooperativas repartidas por todo el país.
Son varias semanas de caídas ya, lo que relaja unas cotizaciones que en los últimos meses alcanzaron niveles especialmente altos, y que se han ido trasladando progresivamente a los consumidores.
Hoy mismo se conocían los datos del IPC, que constata los fuertes encarecimientos para la rúbrica «aceites», del 3,4 % mensual en octubre, del 21,9 % en lo que va de año y el 25,6 % interanual.
El virgen extra se deja un 5,17 % entre el 6 y el 12 de noviembre respecto a la semana anterior y se queda en 3,46 euros/kg, mientras que los vírgenes retroceden un 5,57 % y se pagan a 3,14 euros/kg.
Los lampantes caen en menor porcentaje, un -3,46 %, y cotizan a poco más de 3 euros/kg, según los datos del POOLred.
Hay escasas operaciones, ya que las de compraventa entre almazaras y comercializadoras en el período fueron de 1.583,90 toneladas, frente a las 2.568,37 de una semana antes.
En el último mes han cambiado de manos poco más de 11.000 toneladas, frente a las cerca de 15.000 t del anterior.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) y, por plazas de referencia, entre el 2 y el 8 de noviembre los vírgenes extra cotizaron a 355 euros/100 kg en Badajoz; 365 en Ciudad Real; 368,75 en Córdoba; 360 en Granada; 370,55 en Málaga; 373,73 en Sevilla; 360 en Tarragona y 368 en Toledo.
Entre las lonjas con mayores caídas semanales figuran Badajoz, Tarragona y Sevilla, que se dejan -20; -17,50 y -15 euros/100 kg.
Según la misma fuente, los aceites de orujo crudo rondan los 108,59 euros/100 kg -el 3,34 % menos que una semana antes-, mientras que los de girasol refinado repuntan el 2,01 % hasta 88,88 euros/kg.
España, primer productor mundial, marca el rumbo y arrastra a Italia, donde los vírgenes extra se han derrumbado un 10,5 % y se quedan en 4,20 euros/kg. También se deprecian ligeramente los lampantes (-0,7 % y 2,66 euros/kg)y repiten los vírgenes (3,47).
Ni Grecia ni Túnez sufren cambios de consideración: en el primer caso los aceites oscilan entre 2,70 y 4,15 euros/kg, según categorías, y en el segundo rondan los 3,73-3,83 euros/kg.
La ausencia de lluvias ha provocado que los rendimientos de aceite estén por debajo de los de otros años en algunas zonas productoras andaluzas, por lo que los agricultores avanzan que no se llegará a las cifras que marca el aforo de la Administración autonómica.
Está por ver cómo afectarán las elevadas temperaturas del mes de noviembre al cultivo, especialmente a los árboles que arrastran mayor estrés por la falta de agua, sobre todo los secanos.
Los productores señalan que la nueva campaña de comercialización estará marcada por las escasas disponibilidades para atender los pedidos nacionales e internacionales, lo que reactivará con probabilidad las tensiones en los precios del «oro líquido».
Entre las incertidumbres sobre el sector oleícola, más allá de las climáticas, figuran las importaciones, que se han mostrado cruciales para abastecer los mercados en la última campaña 2014-2015, hasta el punto de que las compras de octubre a agosto a Túnez se dispararon casi el 1.300 interanual en el caso español y del 359 % en el de Italia, según datos del COI.
Ahora, la Comisión Europea defiende el acceso temporal suplementario de aceite de oliva a la Unión Europea (UE), aunque el país magrebí disfruta ya de un contingente actual de 56.700 toneladas con acceso preferente al mercado comunitario.
La entrada adicional durante los dos próximos años de aceite tunecino podría tener influencia en la evolución de los precios, en función de cómo se desarrollen la demanda y la comercialización.
Convulsión también en los mercados estos días por las investigaciones en Italia sobre marcas de vírgenes extra -varias de ellas, de Deoleo- a las que acusan de fraude en el etiquetado.
De nuevo, la subjetividad del panel de cata provoca inseguridad jurídica a las empresas, que sólo pueden controlar la «virginidad» del aceite a la salida de sus instalaciones pero a las que no se les debe hacer responsables de las pérdidas de calidad por malas condiciones de conservación en los lineales o almacenes.